Paulina Araneda: “La experiencia cotidiana en el hogar es una fuente inagotable de aprendizaje”

La cuarentena ha traído consigo incertidumbres, estrés y miedos. El COVID-19 nos ha puesto ante estas emociones y también en muchos escenarios desconocidos como permanecer en casa durante todo el día, niños, niñas y adolescentes sin la enseñanza habitual, padres, madres y cuidadores teletrabajando o sin poder realizar sus tareas de costumbre.

Si bien esta situación no es fácil para nadie, muchos expertos se refieren a la oportunidad de exploración que “ofrecen” estos días. Quizás hacer un análisis hoy es más bien complejo, sin embargo, a través de consejos y recomendaciones de especialistas podemos ir clarificando ciertas preguntas que no tan sólo están en nuestras mentes, sino en la de muchas personas de nuestra comunidad.

Paulina Araneda, directora de Grupo Educativo

Paulina Araneda, directora de Grupo Educativo

Es por ello que conversamos con la psicóloga Paulina Araneda, directora de Grupo Educativo, consultora que junto al municipio, coordina y desarrolla la iniciativa pionera “Lanco, un gran lugar para crecer”. Ella nos invita a mirar con otros ojos los miedos e inseguridades sobre el año escolar, la responsabilidad que sienten padres, madres y cuidadores por la enseñanza de sus hijos y decirles, “tómelo con calma”.

Muchas personas manifiestan que este tiempo de aislamiento sólo retrasa los conocimientos de sus hijos e hijas en el ámbito educacional, sin embargo, desde su perspectiva, ¿este periodo podría desarrollar de mejor forma la emocionalidad y las habilidades blandas de niños, niñas y adolescentes?

El desarrollo de habilidades blandas y de aprendizaje de los niños y de las niñas va estar muy asociado a entender que no es necesario reproducir el contexto escolar al interior de la casa, sino que plantearse que la experiencia cotidiana en el hogar es en sí misma una fuente inagotable de aprendizaje. No se trata de dejar a los niños sin una orientación, ni hay que adecuar la casa para poder suplir a la escuela. Debemos ver cuán abiertos estamos para ver a nuestros hogares como espacios que pueden ser lugares para promover distintos aprendizajes.

¿Cómo podríamos ejemplificar esto?

Por ejemplo, los padres cuando estén haciendo las tareas con los más pequeños podrían estar hablándoles de lo que ellos están realizando, ir interactuando en el lenguaje. Que les hagan preguntas y que esperen que el otro les responda, ya que muchas veces los adultos preguntamos cosas a los niños, pero no esperamos que nos respondan. Este tipo de vinculación debemos activar entre el adulto responsable y el niño o la niña y así, vamos a ir logrando que ellos generen habilidades comunicacionales.

En relación con la lectura, es una oportunidad para los niños, no necesariamente con libros. Podemos decirle, “¿dónde está la harina?” “¿cómo sabes qué se llama así?”, “muéstrame dónde dice harina”. En los más grandes, ejercitando que lean, por ejemplo, la receta cuando estemos cocinando o dictarles la lista del almacén y luego repasarla. También, los más grandes pueden leer las noticias. Puede ser un hijo o hija el encargado de ponerse al día y contarle a todo el grupo familiar las noticias a la hora de almuerzo. O quizás dinámicas como preguntarles, “¿qué país te gustaría conocer?”, y que después les cuente a todos sobre este lugar o país.

Así vamos generando una vinculación con los niños y las niñas que es de otra naturaleza. Si eso corresponde a la secuencia esperada que se desarrolla en una escuela, probablemente no, pero lo que está en juego es mantener la disposición al aprendizaje y la indagación. Seguir fomentando el interés y la curiosidad.

Es muy recurrente escuchar a padres, madres y cuidadores referirse al miedo de que sus hijos e hijas pierdan el año escolar, ¿qué recomendación podría entregarles sobre esa idea que genera mayor ansiedad y preocupación en los tiempos actuales?

Los niños pueden aprender jugando y también en lo cotidiano, por eso es fundamental hablarles. Por ejemplo, los que ya están en proceso lector, digámosle, “léeme un cuento”. Ellos requieren vincularse con sus abuelos, muchos viven con ellos. Que les lean un cuento a sus abuelos, cuentos cortos. Que todos los niños vayan consolidando lo que van aprendiendo. Con los que están en primero básico jugar a quién encuentra más letras A en la casa. No es lo que se hace en la escuela necesariamente, pero es aprendizaje. En los que son más grandes un karaoke, es una actividad recreativa, y ahí también tendrán que leer y jugar. Ir hablándoles y haciéndoles preguntas y generando hábitos.

Los padres, madres y cuidadores hacen hincapié en que no cuentan con la formación de un docente, ¿cómo podría aconsejarse que ese sentir no se transforme en una sobre exigencia o frustración?

Hace un tiempo, una abuelita me cuenta que ella le enseñó a leer a su nieta. La abuela era analfabeta y le pregunto, pero ¿cómo? Ella me responde, todos los días me siento con ella y le digo cuéntame un cuento, léeme tu texto de estudio. Su nieta se sentaba junto a ella y le leía siempre.

También, una mamá, me decía que a su hija le mandaron una tarea acerca de Egipto. Esta mamá que se dedicaba a la peluquería, muy entusiasta y dedicada, me dice: “Le hablé de Cleopatra y mientras estudiábamos Egipto, la maquillé y la peiné como ella”. Esa mamá no es profesora, solo quiere pasarlo bien y hacer de esto un espacio con su hija.

En esta misma línea, un papá que trabajaba en una carnicería, tenía un hijo que debía estudiar Grecia. Este padre se conectó con este país desde la gastronomía y sus alimentos. Se reunieron y comenzaron juntos a explorar, descubriendo que en Grecia se usaba mucho el aceite de oliva y que comían queso de cabra, ese mismo queso que preparaba la abuela del niño por años

A través de estas historias que son reales, sólo quiero decir que debemos aliviarnos e ir descubriendo cosas. Cada padre, madre o adulto responsable debe contribuir con lo que puede y con lo que sabe hacer.

¿Cree usted que es un momento para transformar la concepción del cuidado en el ámbito privado, y de pasar a entender el cuidado infantil como algo social que requiere de soporte político?

Lo más importante es tener la experiencia placentera de aprender porque todos aprendemos a lo largo de la vida. Hoy las personas debemos aprender a vivir en cuarentena, hay muchas que dicen: “Ya, ¿cómo nos arreglamos, cómo lo vamos hacer?”, mientras otros pueden estar inmovilizados y no saben qué hacer, si es que se lo dicen. Estos son aprendizajes cruciales para la vida.

Lo que esperaría que pasara con todo lo que está ocurriendo es que entendamos que podemos aprender en distintos contextos (uno siempre aprende) y cómo vamos a intencionar ese aprendizaje. Si les hacemos preguntas a nuestros hijos, esperemos que nos respondan, conversemos con ellos. Que el niño sea capaz de contar y verbalizar lo que está pensando. Acompañemos al otro a aprender. Inventar juegos sin que me agobien, no nos vamos a transformar en profesores, pero vamos usando nuestra cotidianidad.

Yo desearía que en esta cuarentena niños y niñas fueran tratados igualmente, y que seamos capaces de entregarles la autonomía que ellos necesitan. Si nosotros logramos que nuestros niños y niñas lleguen más autónomos a sus escuelas, el aprendizaje escolar se verá potenciado de una manera que ni siquiera nos imaginamos. Esto significa que aprendan abrocharse los zapatos, que hagan sus camas, que entiendan que se deben levantar a cierta hora y que tienen que ordenar, significa que niños y adolescentes colaboren en sus casas, que logren ponerse de acuerdo, que resuelvan problemas.

¿Cree usted que este confinamiento ha aumentado la importancia de contar con un sistema de educación integral que abarque la emocionalidad de los niños, niñas y jóvenes junto a la de sus padres y cuidadores?

Sería muy bonito soñar y creo que Lanco es una oportunidad de que el mundo fuese más fluido y menos compartimentado. Que uno pudiera contar lo que le pasa en su casa y en la escuela y que ambas experiencias fueran fruto de esos saberes. Creo que esta es una oportunidad para que niños y niñas aprendan distintas formas para relacionarse, desde la igualdad, la migración de conocimientos de un lado hacia a otro, que puedan vincularse de mejor forma con el otro. Que los padres sientan que sus hijos están aprendiendo con ellos y eso sin duda, va a revitalizar a las familias, sentir que ellos pueden, que se quieren y que se respetan. Las familias lo van a ir descubriendo porque eso está ocurriendo.

¿Qué consejo podríamos entregarles a padres, madres y cuidadores para que este periodo sea beneficioso en el ámbito emocional y familiar?

Les digo a todos adultos responsables que se acuerden de cuando tenían la edad de sus hijos y que piensen qué les ayudaba a ellos para aprender más o mejor; qué cosas les costaba o qué les gustaba más. Hay personas que han tenido vidas más difíciles y aun así han salido adelante y tienen a sus hijos.

En estos momentos debemos recuperar, buscar qué tengo adentro, qué recuerdo, explorar en esos aprendizajes que podrían ayudarme. Jugar juntos, disfrutar a nuestros hijos. Por supuesto, que no se puede todo el día, pero dejar un espacio. Lo van a pasar bien los adultos y sus hijos.

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